viernes, 24 de octubre de 2014

¿Por qué nos aferramos tan fuerte a situaciones o personas que nos hacen mal?

¡Si le echamos luz, es tan absurdo!

Pero pronto la mente-ignorante vuelve a tomar el mando, casi instantáneamente, y nos enrieda la garganta, el pecho. Y la absurdidad cobra un sentido que huele a inquebrantable, muy parecido a la sensación que tenemos durante el sueño, donde estamos seguros de que estamos “despiertos”.

Nos apegamos a situaciones que no aportan nada bueno, a ilusiones de futuros imposibles (que desde la inconsciencia seguimos esperando posibles). Y si es al revés, si la otra parte nos hace bien, nos concede lo que “queremos”, perdemos el interés, y volvemos a buscar lo inasible. ¿Estaremos educados para vivir con la mente en el mañana o en el ayer? ¿No es acaso el hoy, todo lo que tenemos y tendremos, y el único lugar donde podamos estar realmente satisfechos?

A veces, en los sueños, algunos logramos “despertarnos” a la realidad de que estamos soñando. La primera vez, en mi caso, fue algo que me cambió para siempre. Ví todo ese mundo, y supe que estaba creado por mi mente. Todo fue claro, por un instante, las proyecciones seguían allí, el mundo ilusorio estaba frente a mi y yo sabía su verdadera naturaleza. Luego, muy rápidamente, esa claridad se pierde y, a la primera distracción, volvemos a creer ciegamente en la realidad proyectada.

En la realidad, no es muy diferente. Hay momentos de claridad, donde podemos contemplar la naturaleza de las cosas, pero nuestros hábitos y costumbres nos llevan a distraernos, y volver a abrazar la ilusión.

Vivimos a diario sufrimientos que nos hacen sentir malestar, preocupaciones, ansiedad, etc. Y todo debido a que ignoramos la naturaleza real de las cosas, y nos ofuscamos sosteniendo firmemente las naturalezas ilusorias que les damos a las cosas.

Si generásemos el habito, en los momentos en que algún viento nos mueve de nuestro presente, de nuestro centro, de detenernos un instante y contemplar la verdadera naturaleza de las cosas, nuestro mundo cambiaría tanto para bien y habría paz y tranquilidad.

Ver tanta falta de claridad y su consecuente sufrimiento en los seres puede ser duro, sonar pesimista, pero en verdad, si le echamos luz, es el primer e imprescindible paso para que mute. Y aunque suene tan imposible, es un remedio que solo puede ser difícil el hecho de comprender lo fácil que es. Tal como “despertar” dentro del sueño.


¡Claridad para todos y todas!

Nieve, Nubes y Claridad en Ea. Los Huemules - El Chalten. Invierno 2013

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