miércoles, 6 de agosto de 2014

   En el viaje, tuve algunos momentos de "claridad". Desearía que esto fuese normal en mi y en todos nosotros, pero se, con dolor, que estos son tesoros muy poco conocidos. Esos momentos, de comprender profundamente las cosas, se fueron tan repentinamente como aparecieron, y hoy se que tengo mucho trabajo por delante para lograr esa comprensión a diario.

   Por un lado, no soy una persona muy intelectual, por lo que siempre me costó ordenar mis pensamientos. Los últimos siete años intenté practicar meditación, mirar hacia adentro, lo que recomiendo mucho. Pero, por falta de constancia, o quizás por ese mismo caos interior donde los pensamientos surgían y me llevaban a a pasear distraído de mi, a veces incluso por años, nunca logré amigarme realmente con mis procesos mentales.

   La meditación, es como un entrenamiento, que podría ser tan simple como hacer dominadas y fortalecer los brazos, solo que es un entrenamiento de algo más "inmaterial", algo difícil de asir. Su función es lograr cierta concentración, entonces cuando surgen estos momentos de discernimiento, de claridad, uno puede mantener esa atención y seguir la punta del ovillo hasta el final. El procedimiento, es muy simple, la mayoría utiliza la respiración, como un punto constante al que poder asirse, y a medida que uno practica, desarrolla esa atención y logra mantener la consciencia en la respiración por mas tiempo entre pensamiento y pensamiento. Así, va entrenando ese "musculo".

“Haciendo que medito” en el Parque Nacional Monte León. Lo esencial son los pensamientos, podemos pasarnos horas en esa posición y no cambiar nada si no le dedicamos la atención a la mente.

   El solo practicar esto unos minutos todos los días ayuda mucho, pero si uno se "dispersa" el resto del día, ese musculo nunca va a fortalecerse realmente. Entonces, lo que se hace, es aplicar esta consciencia a cada momento de la vida diaria, ya sea estemos trabajando, comiendo, o evacuando el vientre, ponemos nuestra atención en cada uno de esos actos, y así.

   Para los que si tienen el don de una mente perspicaz, esto puede sonar muy sencillo, en teoría, pero tener la suficiente voluntad, energía y decisión para ponerlo en practica, es otro tema. Más aún con la vida que llevamos, donde es tan fácil dejarnos llevar por volátiles pensamientos de los que ni siquiera somos totalmente conscientes.

Tratando de retratar un instante de claridad...
   Ahora, volviendo a esos momentos de claridad, del más importante de ellos, que de cierta manera "cerró" el viaje, rescato una fuerte convicción de querer desarrollar este musculo, y por más que a alguno le pueda parecer de otra manera, vi que aún no había ni dado el primer paso.

   Me "invitaron" a escribir, cuando aún planeaba el recorrido, a pesar de que yo me consideraba un pésimo escritor al no poder poner en palabras las ideas. Fui aprendiendo a hacerlo, durante el viaje y descubrí, no solo que si era posible, si no que esta tarea me iba cambiando por completo: -Esa mente desordenada y caótica que tenia, al sentarme y tratar de poner todo lo que ocurría allí en el papel, se iba ordenando al tiempo que se materializaban las ideas en palabras. A veces, me pasaba de sentarme a escribir sobre alguna sensación fuerte e inentendible hasta ese momento, y al final de la nota cada cosa tenia su nombre y había comprendido lo que me pasaba. Era sorprendente el cambio, de un vagar sin rumbo y sin saber porqué hacia lo que hacia, a un entendimiento cabal de lo que me pasaba y a lo que quería dedicar mi vida.

¡Infinita gratitud hacia aquellos que me recomendaron esta “practica”!
   Por esto, después de solo dos meses de viaje, supe que ya no era necesario seguir, y que lo que quería era desarrollar ese discernimiento para poder comprender mi naturaleza y la de todos nosotros.

   En el camino, vi como las personas, repetidamente, vivían como en un estado similar al sonambulismo, siguiendo pensamientos con los ojos vendados, y sufriendo profundamente en esa incomprensión. También se me cruzaron las grandes injusticias de estos tiempos, para con las personas y con el medio ambiente, y el deseo de encontrarles una solución era muy fuerte. Por mucho que le di vueltas al asunto, no veía la forma de hacer algo duradero. En todo caso, con mucho esfuerzo, podía colaborar en tapar un "síntoma", una consecuencia (Salvar un río, un cerro, o a una persona, por ejemplo).

   Lo que realicé, es que la causa, o la enfermedad de todas estas terribles situaciones, es esta falta de claridad que tenemos, ya que si pudiésemos ver con discernimiento los asuntos, nunca podríamos actuar de maneras que lastimen al planeta o a los seres que viven en el, por el simple hecho de que haciéndolo nos estamos hiriendo a nosotros mismos.


   Entonces, mis inquietudes por estos desastres ambientales y sociales, se transformaron también en ese anhelo de claridad. Solo con esta claridad podemos tratar el problema de raíz, y transformar el sufrimiento en felicidad, y los desastres ecológicos actuales en una vida humana en armonía con su madre, este planeta.

El Río Santa Cruz, donde están por construir dos mega-represas hidroeléctricas sin considerar adecuadamente los irreversibles daños que esto producirá. Fotógrafo: Franco Provenzano

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